viernes, 17 de junio de 2016

3 de septiembre de 2013
Esto es parecido a Ana, pero le faltan joyas.


Retomando.
Con Ana las cosas se pusieron un poco umbandas y me retiré de su consulta. A Ana le cabían los rituales. La cosa empezó tranqui pero tensa. Por primera vez tenía partes de la consulta con mis padres y partes sola. Y deberes para la casa.
De mas esta decir que la parte familiar de la terapia nunca condujo a nada. Mi viejo todavía debe pensar que la mina es una charlatana. Lo interesante de mi tiempo con Ana fueron dos cosas. Ana fue la primera que me recetó pastillas. Años después me enteré que se trataba de antidepresivos y que los antidepresivos de los ´90 no estaban del todo refinados, asi que tenían la cualidad de hacerla dormir a una. Cuestión que después de un tiempo de novedad con ana me volví a dañar…pero esta vez tenía a mis amigas las pastillas mágicas. Entonces me empecé a sobremedicar porque mi pequeño cerebro tendiente al drama buscaba la curación milagrosa. No funcionó y me quedé dormida tres veces en el colegio pasada de rosca.
 En cuanto a lo Sectario. Esta mujer estableció el siguiente deber para que hagamos en familia. Yo tenía que sacarme pelos de los lugares que más me hicieran doler. Y juntos en familia los teníamos que quemar. Todo esto con la familia Ingalls en ronda. Mi mamá embarazada de mi hermano sostenía los fósforos, mi papá con los ojos nublados…mi hermana confusa y rara porque mi mamá estaba triste. Y yo, una mierda. Un sorete de hija…una hija de puta que hacía sentir mal a la familia.
Años después nadie puede creer esta especie de macumba/exorcismo…
Después vino Martha.
Martha se tuvo que fumar los peores años de mi adolescencia traumatizada.

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